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La anatomía del amor

  • Foto del escritor: Tinta de un bisturí
    Tinta de un bisturí
  • 25 jul 2023
  • 2 Min. de lectura

La anatomía es una de esas ramas de la medicina en la que te balanceas, te caes, te lastimas las manos, pero no la sueltas, porque tienes la certeza de que lo que buscas, lo que anhelas aprender, está ahí; unas veces confuso y frustrante, y otras tan explicito y deslumbrante que navegas entre sus aguas en el barco de papel de tu interés, de tu pasión.


Si me preguntan sobre la anatomía más fascinante, no tendré que responder; ya estaré dibujando un corazón.


Si pensamos en la maravilla de su anatomía, y ni hablar de su funcionamiento, ¿Cómo le permitimos a cualquier persona que nos rompa el corazón? ¿Cómo llegamos a ponerlo a merced de los demás sin temor a que lo dañen?


Las venas llevan la sangre del cuerpo al corazón y las arterias, se encargan de llevar la sangre desde el corazón hasta nuestro cuerpo. Sus impulsos nerviosos permiten su contracción y marcan su ritmo; si lo necesitamos se acelera, y así mismo también se calma. Nos pertenece, pero no tenemos control sobre él. Nos guía, pero no siempre le seguimos el paso.


Y más compleja que la del corazón es la anatomía del amor; no tiene ubicación, ni medidas exactas, su tercio superior puede convertirse en su base, sus bordes pueden estar libres, pero también estar aferrados a filos de sentimientos que se niegan a soltarlo. Sus caras varían, sus relaciones con estructuras vecinas se condicionan. ¿Y qué si hablamos de los sentimientos? ¿Los ponemos como parte de su estructura que se activan en un momento determinado o los describimos como equipajes que van de pasada por el aeropuerto de su interior? Por eso no hablamos de entendimiento, sino de comprensión.


Por otro lado, no solo impresiona lo que es, sino lo que puede hacer cuando no lo dejan ser; aún estando destrozado por un desamor…, se las arregla para seguir funcionando; ignora las incongruencias de la realidad en la que le ha tocado latir, se desviste del dolor, como si no existiera nada más que su “Lup dup”.

Y sí, les juro que mi corazón aún tiene deseo y mi imaginación se aferra a las ilusiones, pero la calidez de sus latidos la estoy aprendiendo a guardar en mi alma.


Imagínate que si no lo cuido, ¿quién más lo cuidará por mí? ¡Creo que no existe! Al menos aún no le conozco, o posiblemente sí, pero lo cierto es que, en algún lugar está ese alguien. Esa alma maravillosa con una sensibilidad para entender mi corazón, adoptarlo como suyo y sembrar en él un jardín de sueños y emociones con los que latir… juntos.


Dickens decía que el corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas, yo solo espero al menos en esta vida, coincidir con quien me las haga vibrar todas, y de paso me enseñe la anatomía de muchas otras, cuya existencia solo he sido capaz de plasmarla en mi imaginación.



¡Qué bonita es la anatomía del corazón, y cuan inexplicable la del amor!



~Colaboración con @journalistdbc ~

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