La sutura de un amor
- Tinta de un bisturí
- 5 mar 2023
- 2 Min. de lectura
Es inevitable mirar el cielo estrellado y no pensar en el brillo de sus ojos, y así, con la misma insistencia, hay nubes grises que bailan al son de su ausencia.
La luz de la luna o la oscuridad de la noche me recuerda cada cierto tiempo…, el destino de los amores contrariados.
En medio de delirios, de vez en cuando me paralizo y tengo la certeza de entender, que ha sucedido algo irreparable; mi visión trastornada se hace borrosa ante el pronóstico de la más grande calamidad: somos dos piezas que encajan perfectamente, pero él no pertenece a mi rompecabezas y yo; acostumbrada a no encajar, no supe cómo quedarme.
A quien amo se ha perdido dentro de mi cabeza, o ¿fue un amor que nunca pude sacar de ahí? Reconocer su ausencia me sumerge en un plano paralelo al real, cercano pero inabordable para algunos, porque mis expresiones se hacen incrongruentes y difíciles de comprender en un mundo incomprendido.
¿Y qué, si he perdido la cordura? No se fijan que esto ha sido mi locura más cuerda.
Me hizo el amor sin siquiera llegar a desnudarme, y mi alma, siempre colgando de un bolígrafo, se encargó de desarmarlo, y no solo una vez. Mi frecuencia cardíaca pasó a ser marcada por letras negadas a salir, y por aquellas que, sin su presencia, ahora me sobran. Y sí, en medio de aquello que hoy me parece tan poco, lo tuvimos todo.
Desde mi cordura y la demencia confieso que me quedo con las ganas de que fuera mi mejor historia o quizás no, no debo llamarle historia, porque aún no puedo marcar su fecha de vencimiento.
Ahora, después de tanto, no sé si me he enfermado de amor, o es lo único que me mantiene con vida.
He tratado de automedicarme con el tiempo, cuya dosis no entiendo; si multiplica todo lo que siento, sólo aquello que duele, o un poco de ambas. He ignorado las recetas de resignación, cambiándolas por aquellas que, a mi juicio, casi nulo, me mantienen suspirando en cada rincón.
Mis heridas aún no cicatrizan, por eso volví al doctor, y, al ver mi corazón marcado por el bisturí de su adiós, supo que en ellas aún hay hilos de esperanzas y que es inútil tratar de anudar. No hay sutura que sostenga los bordes del dolor, no siempre los puntos de amor son suficientes para ignorar diagnósticos que secuestran la palabra futuro.
Aunque guardo reposo sumergiéndome en el gel de razones por las que estoy mejor así, hay unas cuantas brotando emociones y sentimientos como en los primeros días. Y justo hoy me pregunté; ¿He tratado de cerrarlas o sigo aferrándome a mantenerlas abiertas? ¿He puesto puntos suspensivos en cada uno de nuestros finales? Una locura, lo sé. Pero, ¿qué tan locos hay que estar para intentar suturar aquellas heridas que nos mantienen con vida? No lo sé, ni quiero saberlo, prefiero quedarme en este manicomio de recuerdos y así mantenerlo un poquito más… eterno.
~Colaboración con @journalistdbc~
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