No estabas aquí

El cielo, vestido con un manto gris interminable se encargaba de arropar mis recuerdos.

Las horas, acariciadas por el silencio de tu risa ausente, se hacían un poco más dolorosas, más largas, más frías, y todo más… real.

El sol, al igual que mis ganas de tenerte, no terminaba de salir.

Tu figura, se paseaba por aquellos rincones en los que ni siquiera estuviste, y tu olor, más intenso que de costumbre, me hacía desviar la mirada en busca de ti.

Pero no, no estabas aquí.

Te habías quedado entre los pensamientos en los que me dormí y en el sueño del que no quise despertar. En los rincones que podía dibujarte a la medida de mi cuerpo, en los que tu alma era cómplice de la mía y en los que tú eras mi compañía.

Pero no, no estabas aquí.

Estabas en cada una de las canciones que no te dediqué y en las que hoy ya no cabíamos. Entre las páginas del libro que hoy ya no puedo leer porque hay sentimientos vestidos de lágrimas empeñados en maltratarlas.

Te pienso, te siento, te deseo, pero no, no estás aquí, y ni siquiera yo lo estoy, porque hace tiempo que, sin saberlo, me quedé en donde un día estuve y no en donde ahora estoy…

Sí, allá…

En lo que hacías llamar tu corazón.