Un yo ausente

Pasamos demasiado tiempo sumergidos en páginas de un libro que nos negamos a leer. Esas etapas de nuestras vidas que nos atan con las cadenas de la costumbre y con la fuerza de la necesidad del control.

¿No salimos de ellas porque no queremos o por miedo a tener que buscar en otro lado eso que sabemos que nos falta?

¿Cómo asegurar que lo que vendrá será mejor?

¿Cómo decidir que lo que tanto tiempo fue, ya no es?

¿Cómo renunciar a lo que tanto te costó?

No es lo mismo dejar ir, que tener que soltar lo que aún no aceptamos que ya se nos escapó.

No es lo mismo ver partir, que decidir hacer las maletas.

No es lo mismo decir adiós, que me voy.

Pero…

¿Y si nunca estuvimos ahí?

¿Y si fuimos sólo el intento de lo que quisimos que fuera?

Si nunca nos entregamos por completo... ¿Quién dice que tenemos que irnos deshechos?

No hay que irse, si nunca llegamos. A veces hay que continuar nuestro camino; ese donde vuelvas a tu YO, porque, definitivamente, hay etapas en nuestras vidas  en las que sólo hemos sido un yo ausente.