Y caía la lluvia

Caía la lluvia, sobraban los motivos y se excedían las ganas. Esas ganas de todo y más, deseo de tanto y pertenencia de tan poco. Los recuerdos bailoteaban al son de aquella melodía mientras se convertían en los protagonistas del lugar.

Y caía la lluvia…

Extrañarte no se había convertido en un pasatiempo, sino en el único. Se alargaban las horas, mientras el reloj parecía haber perdido su rumbo habitual.

Y caía la lluvia…

Contar los segundos no hacía al tiempo avanzar. Estaban aquellas nubes que adornaban mucho más que ese manto llamado cielo, maquillaban su mirada. Su soledad desmedida hacía con más fuerza a su corazón palpitar.

Y caía la lluvia…

Ya no bailaban en un mosaico los recuerdos, se alejaban. La pista ahora era ocupada por el paso acelerado de su corazón, mientras que la lluvia parecía haberle cedido el espacio al timbre de teléfono, que ahora ponía la melodía.

Y caía la lluvia...

Pero ya no pertenecía a ese lugar. Su cuerpo seguía al lado del teléfono, pero su corazón ya se encontraba en el lugar del que nunca se debió marchar; Sí, ese, el que incluía la voz quebrada al otro lado del teléfono.

Y caía la lluvia...